La relación entre los GRAMMY y la industria surcoreana es compleja, ¡pero te la desgranamos en Con K de Kpop!
Cada año por estas fechas, les fans del K-pop damos brillo a nuestros afilados teclados para poner de manifiesto nuestra ya tradicional indignación. Sí K-Piñers, los premios GRAMMY han celebrado una nueva edición. Y para sorpresa de nadie, han dejado (otra vez) de lado al K-pop. Muches os preguntáis a qué viene este ghosting continuo por parte de la premiación: el asunto es un poco más complejo de lo que se puede ver a simple vista. O al menos, eso nos parece. Por eso, nos hemos propuesto daros un análisis (subjetivo, pero fundamentado) de la relación entre el K-pop y los GRAMMY que tiene pilares viejos, aunque no sea tan antigua.
Érase una vez… Estados Unidos
Estamos en los años ’60, Estados Unidos. Las coordenadas exactas de las que surge el imperialismo cultural que ha dominado la segunda mitad del siglo XX, nos guste, o no. ¿Qué significa imperialismo cultural? Para entendernos, que un país (en este caso, Estados Unidos) le dice al resto del mundo qué cultura tiene que consumir (la suya, no van a ser tontes).
En el caso de la música, no fue el gobierno estadounidense ni medios de comunicación de masas los que decían qué música iba a ser embajadora cultural de Estados Unidos en el mundo. Fueron los premios GRAMMY, que nacieron en 1959. Desde entonces, esta gala de premios se convirtió en el escenario en el que Estados Unidos demostraba su poder político, económico y cultural. Por eso, el dominio anglosajón parecía indiscutible: o eras estadounidense, o cantabas en inglés, o buena suerte consiguiendo una nominación.

Aunque hubo sus baches en esta dinámica. Con la fiebre de la «música latina«, apoyada por la grandísima cantidad de población de origen latinoamericano en Estados Unidos, vino la primera crisis internacional. Pero no preocuparse. Los GRAMMY se sacaron de la manga la edición Latin GRAMMY, que no dejó de ser una forma de excluir a la industria que canta en español y portugués de la premiación principal.
La segunda crisis internacional es la que viven ahora con el K-pop. Tenían motivos para acercarse a esta industria, que explicaremos más adelante. Pero lo que no sabían es que ese acercamiento sacaría a la superficie todo el iceberg que la gente se olía, pero no decía muy en alto. ¿Y si los GRAMMY no son lo que dicen ser?
GRAMMY y K-pop: ni conmigo ni sin mí
¿Por qué los GRAMMY se acercaron al K-pop? Como cualquier premio televisado, tienen un problema: están perdiendo espectadores entre las generaciones más jóvenes. Esto se debe a muchas cosas, pero un factor clave está en la sustitución de la televisión por plataformas de streaming cada vez más generalizada.
Qué casualidad, en 2020 parece que surgió la panacea. 2020 fue un año que nadie olvida (pandemia), y menos la industria musical. Fue un año en el que el K-pop explotó en el mundo gracias a su rápida adaptación al mundo online. El tráfico de visitas que grupos como BLACKPINK o BTS generaba en cualquier plataforma hizo que todo el mundo empezase a ver al K-pop como su trampolín hacia la fama (por asociación) en una época hiper digitalizada. Y los premios GRAMMY no fueron una excepción.
Ajá, ¿así que puede que el hecho de que BTS subiera al escenario con Lil Nas X en 2020 fuera una premonición? Sí querides. Aunque el año clave fue 2021. Que BTS hubiera lanzado una canción (en aquel momento) en inglés (Dynamite) formó la excusa perfecta. Ese año los GRAMMY se reunieron y dijeron: pues vamos a invitar a estos muchachillos a la gala de 2021 para que nos den visitas a la retransmisión en YouTube. Para justificarlo, los vamos a nominar a un premio que nunca les vamos a dar, y que probablemente nunca hayamos pensado en darles. Qué puede salir mal.
La verdad es que la jugada salió bien al principio, porque parecía que los GRAMMY, con todo su legado a sus espaldas, reconocía la importancia del K-pop, y de BTS, en el mundo. Así que todes estábamos emocionades con este evento histórico, y seguimos la corriente de una planeada estrategia. La segunda vez que hicieron esto, nos empezamos a preguntar cositas. Y cuando se dejó de lado al K-pop totalmente a partir del ingreso en el servicio militar de BTS, empezó la indignación.
¿El K-pop necesita a los GRAMMY, o los GRAMMY al K-pop?
Pero esta es una batalla que no merece la pena luchar. Porque la realidad aquí es esta: los GRAMMY no dejan de ser un premio local. Siempre lo han sido, pero por culpa del imperialismo cultural, «estadounidense» y «lo más molón del mundo» fueron sinónimos durante mucho tiempo. Ahora con Internet la realidad es otra. La gente puede escoger más libremente (hasta cierto punto) la cultura que quiere consumir, lo que ha hecho que no esté tan claro quien tiene la sartén de la cultura por el mango a nivel mundial. Y esto ha hecho evidente que premios como este no «reflejan» lo que está pasando el mundo musical, sino que lo quieren construir.
Aún a día de hoy, los GRAMMY siguen teniendo esa aura de autoridad que te da una palmadita en la espalda y te dice «bien hecho, ahora puedes formar parte del Olimpo». Por eso las compañías de K-pop siguen enviando nominaciones, esperando recibir esa corona de laurel. Pero la realidad es que, más allá de un prestigio bien viejuno, los GRAMMY no pueden darle nada al K-pop que no tenga ya.
Aunque el K-pop sí que tiene mucho que ofrecer a los GRAMMY. Visibilidad. Audiencia joven. Dinero (mucho dinero). Inclusividad. Por eso sigue habiendo colaboraciones entre los GRAMMY y la industria surcoreana. Sin embargo, el miedo a dar un premio a un artista o grupo de K-pop sigue ahí. Al fin y al cabo, sería reconocer que lo más molón del mundo ya no es estadounidense ni canta siempre en inglés.
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