El grupo llenó la sala La Riviera este 7 de mayo durante wave to earth 0.03 con su sonido único y personal. ¡Te lo contamos en Con K de Kpop!
Si alguien me dijera hoy que el concierto de wave to earth duró casi dos horas, le diría que me está mintiendo. ¡Si se pasó en un suspiro! ¿Cómo puede ser? Ah, es que el tiempo es relativo. Y más cuando escuchas música en una dimensión paralela a la realidad. Porque eso, K-Piñers, fue lo que creó wave to earth en su paso por Madrid durante su tour wave to earth 0.03. Un mundo mágico en el que los problemas del exterior quedaban fuera de las puertas de la sala La Riviera.
Dancing with us, Dancing with the Earth
La sala se llenó relativamente rápido, y aunque el concierto fue puntual, la gente empezó a impacientarse cuando faltaban solo cinco minutos. Tal era el nivel de expectación por el concierto. No fue sorpresa que en cuanto empezamos a ver las sombras de Daniel Kim, Shin Dong Gyu y John Cha hubiese chillidos de bienvenida. Con una sonrisa anticipando que iba a ser un gran show, wave to earth empezó a tocar la primera canción de la setlist a modo de intro: are you bored?.
play with eath! puso al público a cantar junto con el grupo, lo que hizo arrancar el concierto con mucha energía. Y el grupo la devolvió con un excelente directo que mantendrían durante el resto de la setlist. Tras acabar esta canción con un cute «gracias», el grupo interpretó peach eyes. De momento las vibras del concierto eran divertidas y con un toque relajante que nos hizo sentir bien a todes. Incluso ellos se los veía disfrutar desde el minuto uno.
Como veían al público entregado, con bad, la siguiente canción, se vino lo que ya nos olíamos: una petición directa de Daniel Kim, que sirvió VOCALES durante todo el concierto, para que cantásemos con él. Cosa que el público hizo con ganas.
wave to earth 0.03, una experiencia orgánica de principio a fin
Tras bad, cuando todo el mundo se esperaba quizá un momento de presentación del grupo, wave to earth nos sorprendió a todes con una espectacular transición hacia beck. que parecía una jam session de jazz. No sería la única vez que harían algo así: durante este concierto la música no dejaba de sonar, ni siquiera entre canción y canción. Una decisión artística que hacía de wave to earth 0.03 una experiencia inmersiva de la que era muy difícil desconectar ni por un segundo.
Tras haber demostrado su maestría técnica con la guitarra con un gran solo al final de beck., Daniel Kim nos sorprendió cambiando de instrumento. Con una bonita intro, el grupo cambió la atmósfera de la sala con slow dive. No todo iba a ser buenrollero. La melancolía también iba a tener su espacio en wave to earth 0.03.
Las luces cambian, y nada más escuchar los primeros acordes de guitarra, la gente chilló: se venía holyland. Tras esta canción, y con una transición protagonizada por un rasgueo de guitarra a lo Tárrega (¿un guiño a nuestro país?), y un susurrado «lost in my dreams» por parte de Daniel Kim, sabíamos lo que se venía. homesick, a la que siguió love. tras otra bonita transición, cuyo estribillo la gente coreó sin que la banda tuviera que pedírnoslo.
Mucho español, mucho parkour, y un micrófono que se rindió
Tras love., Shin Dong Gyu saludó a sus fans, con una larga intervención en español, que el grupo cerró advirtiéndonos de que todavía nos tocaba sufrir un poco más emocionalmente. wave to earth encadenó ride con pueblo usando en la transición un tema melódico derivado de la primera de estas dos canciones. La energía de la sala estaba muy arriba gracias al brillante bajo de estilo reggae de John Cha. Un momento perfecto, pensó el grupo, para anunciar que solo nos quedaban dos canciones con ellos.
Obviamente, la gente chilló «NO», mientras la banda sonreía y tocaba light, intentando acallarnos con música. Pero el karma les llegaría, porque Daniel Kim, buscando conectar más con su público, dio tantas vueltas por el escenario durante esta canción que su micrófono simplemente… se desconectó. Un momento que acabó siendo un momento entrañable y simpático gracias a la profesionalidad del grupo y su compañerismo. John Cha le dejó su micrófono mientras el staff que había en la sala arreglaba rápidamente el problema.
A continuación, el propio Daniel Kim se presentó al público en español, y aprovechó también para mostrarnos al saxofonista, que utilizó una magnífica improvisación como carta de presentación. También fue en este momento de respiro en el que Daniel Kim pidió un par de peluches que une fan había hecho para ellos, con sus caras. Todo el mundo rio mientras el cantante adivinaba quién era quién. Y parecía que la noche iba a cerrarse con annie., por todo lo alto, con la gente chillando el fuck you, y con Daniel Kim corriendo por el borde del escenario (para mayor pánico del staff de seguridad de la sala, que ya estaban preparados para recogerlo cual princesa). Porque después de eso, vino la primera y única pausa del concierto.
Cerrando el capítulo ‘wave to earth 0.03’
Nada más desaparecer wave to earth del escenario, la gente empezó a mirarse con incredulidad y preocupación. ¿Dónde estaba seasons? Como vimos que todo el mundo estaba de acuerdo en que ese concierto no podía acabar sin esa canción, en vez de corear el clásico «otra,otra», el público empezó a corear «seasons, seasons«. El grupo volvió a salir, y pensamos: «ya está, ahora sí». JA. Fuimos engañades, y el grupo empezó a tocar wave. Acabó la canción, que a todo el mundo le encantó, no vamos a decir que no. Y empezamos a mirarnos con ansia de nuevo. Entonces lo vimos. Daniel Kim estaba sacando una sonrisilla traviesa, acercándose al micro. Toda la sala estaba en absoluto silencio, expectante. «Ahora sí, vamos a tocar seasons«. Obviamente, la gente se volvió loca. Y creednos, K-Piñers, que no era para menos. Todo el concierto fue espectacular, pero ese momento… fue simplemente mágico.
Pero el concierto tenía que acabar en algún momento. Tras las palabras en español de John Cha, dándonos las gracias por haberles dado tanta energía, el bajista nos anunció que ahora sí, se venía la última canción, que fue pink. Menos mal que no acabaron con seasons, la verdad. Y con un último solo de guitarra brillante, y un «I love you Madrid», wave to earth se fue, dejándonos a solas con nuestra depresión post-concierto.
Fue un sopapo de realidad cuando las luces púrpuras de la sala se apagaron y se encendieron las luces blancas habituales de La Riviera. wave to earth 0.03 nos había sumergido en un mundo emocional divertido, melancólico, duro, y muy, muy bonito. Sin duda, wave to earth sirvieron arte este 7 de mayo en Madrid.












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